Si son bots, ¿por qué blindar Palacio Nacional?

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Si son bots, ¿por qué blindar Palacio Nacional?

Claudia Sheinbaum aseguró que la convocatoria para la marcha del 15 de noviembre es impulsada por “bots” y campañas artificiales. Según su discurso, la inconformidad no es real y su gobierno mantiene una aprobación cercana al 80%.

Hasta ahí, la narrativa es simple:
Si la mayoría está con ella, y la oposición digital es falsa, entonces no hay motivo de preocupación.

Pero mientras se dice eso frente a cámaras, Palacio Nacional amaneció una vez más blindado. Vallas, seguridad reforzada y un operativo preventivo antes de que la marcha ocurra.

La contradicción es evidente.

Si son bots, los bots no marchan.
Los bots no lanzan consignas en la calle.
Los bots no derriban puertas ni ocupan plazas públicas.

Entonces, ¿a quién se está conteniendo?

Otro detalle: la rapidez con la que el gobierno identificó a los convocantes.
En menos de 24 horas se señaló quién organiza, desde dónde y con qué intención.

La pregunta cae sola:


¿Por qué esa misma eficiencia no existe cuando se trata de crimen organizado, desapariciones o extorsión?

Para unos casos se argumenta falta de información.
Para otros, la información aparece de inmediato.

No es una cuestión de bandos.
No es sobre apoyar o atacar a un gobierno.
Es sobre el contraste entre el discurso y la acción.

Cuando un gobierno se dice seguro de su respaldo, no necesita barricadas.

El blindaje no protege edificios.
Protege narrativas.

La marcha dirá el resto.